Starship Troopers, la película

Starship Troopers – EEUU, 1997 – Dir: Paul Verhoeven

El escogido para dirigir la adaptación de la popular novela de Heinlein fue el holandés Paul Verhoeven, en principio una elección perfecta tras firmar dos grandes triunfos de la ciencia ficción cinematográfica como Robocop y Total Recall. Este nuevo proyecto era, no obstante, un tanto delicado para el director, que tras hacer ganar mucho dinero a Carolco con el megahit Instinto Básico les produjo fuertes pérdidas con la malhadada Showgirls. Los directores son como los entrenadores de fútbol -sólo valen tanto como su última película-, y por ello Starship Troopers debía funcionar. Para este trabajo Verhoeven recuperó al guionista de Robocop, Eduard Neumeier, quien a pesar del éxito de la cinta no había vuelto a escribir más guiones. Neumaier fue el principal responsable del tono de esta adaptación, con unos resultados desiguales, como veremos.

El esqueleto básico de la historia es el mismo que en la novela: el acomodado joven Johnnie Rico decide alistarse en la infantería espacial para probarse a sí mismo, y el espectador lo acompañará durante sus campañas militares contra una especie insectoide. La novela original tiene una narrativa algo lineal, poco dada a convertirse en un «blockbuster» hollywoodiense, así que, de forma poco sorprendente (y exactamente igual que se hizo en la adaptación al anime), la cosa se aderezó dando un papel preponderante al interés sentimental de Johnny, Carmen Ibáñez. Incluso se introduce un personaje totalmente nuevo -Dizzy Flores, compañera de estudios de ambos- para crear un triángulo amoroso.

Hay que analizar Starship Troopers a dos niveles: como película de acción/ciencia ficción y como adaptación literaria. En el primer nivel creo que es una obra notable, muy lograda técnicamente y con un tono irónico salpicado de ultraviolencia que funciona bastante bien. El reparto también hace un buen trabajo: Casper Van Dien y Denise Richards son muy bien parecidos y cumplen perfectamente, como lo hace Dina Meyer en el papel de Dizzy, cuyos esfuerzos por conquistar a su Johnny aportan un toque sentimental bienvenido entre tanta batalla y espachurramiento (por ponerle una pega a Meyer, quizá se debería haber escogido una actriz más voluptuosa, considerando que tiene un par de escenas de desnudo).

En cuanto al resto de actores, Michael Ironside -cuyo personaje fusiona al profesor Dubois y al teniente Rasczac del libro- es por supuesto muy bienvenido en un papel que le va como anillo al dedo, y su arco resulta bastante satisfactorio. Tampoco hacen daño Clancy Brown, que diera vida a el Kurdan en Highlander ni Neil Patrick Harris, pese a lo breve de sus papeles. Incluso tenemos una fugaz aparición de la «chica de oro» Rue McClanahan, y un papel que gana valor retrospectivamente: el de Dean Norris, celebérrimo años depués por su papel de Hank en Breaking Bad. Sólo chirría Patrick Muldoon (el noviete de Carmen), representando unos 15 años más de los que supuestamente tenía su personaje, aunque tampoco es una cosa muy grave (no es una Maggie Gyllenhaal en Dark Knight). Además, no es un caso único en la ficción ni en esta película (en realidad todos los protagonistas rozaban la treintena).

Visualmente, Starship Troopers ya destacó en su momento y sigue aguantando perfectamente. El mundo futuro que se nos presenta resulta muy convincente, tanto a nivel de diseño como de ejecución. Los telediarios intearctivos que ejercen de hilo conductor de la historia son un recurso bastante eficaz. Por supuesto uno de los puntos principales en este apartado es la representación de los insectos alienígenas, que raya a gran nivel: pese a desviarse del concepto del libro (en el cual iban armadas con armas láser), todas las razas mostradas tienen un diseño interesante, están bien animadas y resultan lo suficientemente amenazantes. Hay algún elemento especialmente creativo, como el los grandes insectos que lanzan proyectiles flamígeros desde sus traseros.

El ritmo está muy logrado en general, y la película nunca deja de agradar dentro de sus parámetros de space opera/acción bélica/romance juvenil. Pueden destacarse varias escenas logradas, como la de Carmen pilotando una gran nave entre una tormenta de asteroides, todas las batallas de la infantería en general y la agónica defensa del fuerte en particular. Como podría esperarse de Verhoeven, la violencia es muy gore (desmembramientos, cerebros reventados y cosas así), pero no resulta desagradable, a menos que uno sea muy sensible. La música de Basil Poledouris, en un estilo grandilocuente muy similar al de Robocop, acompaña de forma muy adecuada al conjunto. En el lado negativo, hay que señalar uno de los peores puntos de la película: el flojo diseño de los trajes de los troopers. Mientras que en la novela estos eran elemento básico de la historia, que inauguraba el concepto del exoesqueleto de batalla en la ciencia ficción, en el film los infantes están apenas protegidos por un peto y un casco. Obviamente un traje blindado plantea dificultades narrativas por esconder la fisonomía de los personajes, pero lo mismo pasa con las películas de aviones y similares, y se encuentran formas creativas de solucionarlo. Por lo menos sí se usan los misiles atómicos portátiles, que ciertamente hacen un bonito efecto especial.

Enlazando con esto, hay que decir que Starship Troopers naufraga como adaptación literia: el libro se base en buena parte en la exposición de un sistema moral basado en la obtención de la ciudadanía a través del servicio público, y esto apenas se toca en la película. Cierto que el profesor -luego teniente- Rasczac explica el concepto al principio de la historia, pero después prácticamente no se menciona. Habría sido posible introducirlo a través de conversaciones entre los personajes, y sobre todo a través de la crucial figura del padre de Rico, pero se opta por un énfasis casi total en la acción. Sin embargo, el gran patinazo llega  cuando reaparece el personaje de Carl, convertido en oficial y acompañado de varios iguales en rango, todos ataviados con uniformes casi idénticos a los de las SS nazis. ¿Por qué, qué quieren decir Verhoeven y Neumeier con esto? ¿Que los troopers son un cuerpo agresor y expansionista, pese a que se establece claramente que los insectos comenzaron la guerra arrasando una ciudad entera? ¿Que su misión es justa pero ellos son unos fascistas? ¿Que los combatientes de toda guerra acaban volviéndose inherentemente malvados y crueles? Desde percibe un intento de satirizar algo, pero no se sabe exactamente qué; parece que esos uniformes nazis estuvieran ahí simplemente por ser transgresores. No puede obviarse la falta de respeto que esta elección estética supone hacia Heinlein. Si guionista y director pensaban que el trabajo original era totalitario, ¿por qué adaptarlo en primer lugar?


Un regalito: Las escenas borradas

Pese a tener muchos elementos del agrado del gran público, Starship Troopers no fue el éxito que necesitaba Verhoeven. Aunque recaudó 121 millones de dólares a nivel mundial -algo por encima de su presupuesto de 105-, su mal rendimiento en EEUU (con tan sólo 54 millones) fue un nuevo golpe a la reputación del holandés, quien tras dirigir la muy pobre Hollow Man no volvería a trabajar en EEUU. En cuanto a los protagonistas, Casper Van Dien y Denise Richards se moverían principalmente por la «Serie B», mientras que Dina Meyer ha tenido una dilatada carrera en televisión. La película queda como una aventura espacial gamberra y divertida, a la que le habría valido más llamarse «Destripaterrones cósmicos» o algo parecido, dejando tranquila la obra de Heinlein. Posteriormente produjeron dos secuelas de bajo presupuesto, también guionizadas por Neumaier, quien curiosamente sólo ha escrito para esta franquicia y para la de Robocop. Sinceramente no tengo ninguna gana de verlas, por lo que en la siguiente entrega de esta serie examinaré la adaptacion animada estadounidense.
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Starship Troopers – El anime

Uchū no Senshi/Starship Troopers – Japón, 1988. Director: Tetsuro Amino

Hay una larga tradición de libros occidentales adaptados a la animación japonesa, destacando, por supuesto, las series realizadas por la productora Nippon bajo el denominador «World Masterpiece Theater», entre ellas Marco, Heidi, Ana la de Tejas Verdes y tantas otras (las series se siguen produciendo hoy día). No obstante, estas son obras destinadas a un público juvenil, y la adaptación de géneros como la ciencia ficción es algo mucho más raro. Los animadores japoneses parecen preferir quedarse con los conceptos tomados de la CF occidental para crear sus propias obras, en lugar de hacer adaptaciones directas, y por ello, casos como el de Lensman (novela adaptada como película en 1984) o el que nos ocupa, Starship Troopers, son una rareza.

El libro de Heinlein fue llevado al anime en 1988, en forma de OVA (Original Video Animation) de 6 capítulos realizada por la productora Sunrise, veteranísima de los súper-robots, produciendo una ingente cantidad de series de este género en los 70 (antes de centrar sus esfuerzos robóticos en la saga Gundam). Parecía, por lo tanto, una casa ideal para la tarea, pero sin embargo esta breve serie es bastante desconcertante, y se queda lejísimos de lo que debería ser una buena adaptación. Lo que más caracteriza a este anime de Starship Troopers es que parece dirigirse a un público mucho más joven que el libro: si bien la obra original se suele calificar como «novela juvenil», el texto incluía conceptos políticos y filosóficos dignos de cualquier obra adulta, pero estos temas desaparecen por completo de esta versión animada. Lo que nos queda es la historia reducida a sus hechos más básicos -y ni siquiera de forma muy fiel- con un tono de aventura para chavales, el género «shonen» de toda la vida.

El primer mal signo es el alegre tema de apertura (durante el cual se muestra el título en japonés y en inglés), que no desentonaría en ninguna serie deportiva o de acción contemporánea de esta OVA. Y es muy curioso que lo primero que aparezca tras el mismo sea una dedicatoria a Robert A. Heinlein, cuando la adaptación que se hace de su novela ignora casi por completo el contenido de la misma. La acción arranca con un partido de fútbol americano, sugiriendo claramente que el protagonista, Johnny Rico, es estadounidense, cuando en el ni se menciona su nacionalidad (sólo su ascendencia filipina) ni practica ese deporte en ningún momento. También se le da una importancia inusitada al personaje de su amiga Carmencita, que aparecerá en todos los capítulos como interés amoroso constante, cuando en la novela apenas se la mencionaba en una decena de páginas.


Mejor le dais un vistazo y juzgáis vosotros mismos.

En cuanto al aspecto técnico, la calidad gráfica y de la animación es bastante pobre; cosa rara, porque la Sunrise siempre ha sido particularmente sólida en estas cuestiones, pero aquí vemos sin duda la parte más baja de su espectro, probablemente por un importante limitación de presupuesto. Las líneas son poco firmes, el diseño de arte poco inspirado y el de personajes insípido. Con su cabello rubio, Johnny Rico parece un personaje de «Beverly Hills 90210». Los insectos alienígenas del original no parecen por ningún lado, y se les sustituye con una especie de artrópodos de dos patas que lanzan rayos de energía por la boca, y de cuya organización táctica o social, o sus posibles motivaciones para atacar a los humanos, no se nos explica absolutamente nada.

La parte de la novela que sí se adapta con acierto es lo concerniente a los trajes mecánicos, representados con fidelidad y bastante convincentemente. Sin embargo, las tácticas de batalla usadas por la Infantería Móvil nada tienen que ver con las  del texto original, donde los soldados normalmente actuaban a varios kilómetros de distancia entre sí, gracias a la enorme capacidad de desplazamiento de sus trajes. En este anime combaten como pelotones de guerra convencionales, y además sólo hay una batalla como tal, que se produce en el último capítulo. Aparte de esto, sólo vemos los trajes en acción durante el adiestramiento, en el cual aparece uno de los personajes de la novela, el teniente Zim, convertido en un hombre de raza negra. Resulta agradable ver al curtido instructor en esta adaptación, pero no así a la pandilla de amiguetes creada en torno a Johnny, totalmente inventada, que intensifica la sensación de aventurita adolescente de poco calado. Otro punto desconcertante es que durante el entrenamiento las bajadas desde el espacio a tierra se hagan en un transporte colectivo, y durante el combate real se usen cápsulas individuales como en el libro, en el cual la difícil adaptación a este claustrofóbico método era una de las partes cruciales de la formación. ¿Por qué no mostrar esta interesante parte en el anime?

No se pueden achacar los defectos mencionados a la falta de minutaje: en dos horas y media da tiempo a contar muchas cosas, por lo que resulta chocante que se incluyan escenas anecdóticas de la novela -como la pelea con los navegantes-, y se excluyan otras cruciales como el reencuentro con el padre, además de toda la doctrina política y moral del texto. No se menciona ni de pasada que la pertenencia al ejército dé el derecho de ciudadanía, ni se explica el sólido concepto del deber que impregna toda la novela. Tan sólo se transita del punto A al punto Z de la historia por caminos trilladísimos y con una animación de segunda categoría, siendo generosos. El resultado desconcierta aun más sabiendo que está al mando nada menos que Tetsuro Amino, director de enorme solvencia que ha firmado obras excelentes en varios géneros; o bien estaba en horas bajas o no se pudo sobreponer a la mediocridad del guión. Lo cierto es que Starship Troopers es una adaptación decepcionante que infrautiliza escandalosamente el material original, quedándose sólo en una interesante curiosidad.
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